Como integrantes de Nuevo Encuentro participamos del llamado ‘diálogo político’. Tal como lo dijimos antes de ser invitados, valoramos la convocatoria porque creemos que la construcción de puentes entre actores políticos, sociales y económicos es esencialmente buena para la Democracia. Esos espacios pueden ayudar a encontrar más y mejores soluciones a los problemas que enfrenta el país.
En ese sentido, planteamos que la reforma política -propuesta como eje del diálogo por el Gobierno nacional- es importante y constituye uno de los pilares de nuestra fuerza, así que aportaremos ideas y proyectos para mejorar la calidad institucional, recuperar el valor de la política y profundizar la democracia. No obstante, consideramos, y así se lo dijimos, que el principal tema de la agenda pública debe ser la cuestión social: en lo inmediato, la implementación de un blindaje con medidas que permitan proteger el empleo, enfrentar la pobreza y el hambre y cuidar la producción nacional, en un momento de aguda crisis en el mundo.
Además, es necesario avanzar hacia la construcción de una matriz productiva y distributiva más justa, orientada a un crecimiento con equidad, que termine con la inmensa brecha de desigualdad. No podemos resignarnos a que un tercio de la población viva en la pobreza. No podemos resignarnos a que el decil más rico del país tenga el 34 por ciento de la riqueza, mientras el decil más pobre sólo se reparte el 1,4 por ciento.
Esa es nuestra posición y con ella participamos de este diálogo que comienza, aportando iniciativas concretas como son la universalización de la asignación familiar por hijo o la suspensión de los despidos por 180 días, entre muchas otras. Y entendemos que está bien que, en este intercambio, se expresen diferentes posiciones.
La mejor democracia no es la que niega los conflictos entre distintos intereses sino la que da el marco más adecuado para resolverlos.
Algunos opositores y opositoras apuestan al fracaso de esta instancia de diálogo porque creen que dañar más la imagen del Gobierno ofrecerá oportunidades para sus propios proyectos. Pero la sociedad identifica claramente a los que tienen voluntad constructiva y los que no. Los argentinos y argentinas saben quienes actúan con responsabilidad y compromiso y quienes se mueven con mezquindad, especulando aquello de ‘cuanto peor, mejor’.
El oficialismo deberá revertir cierta tendencia a ensimismarse y negar la realidad porque, como también lo dijimos, reconocer los errores permite consolidar los aciertos. El diálogo es una oportunidad. Ahora el Gobierno tendrá que aprovechar y enriquecer estos espacios para que no sean reuniones perdidas en una coyuntura difícil.
(*) Intendente de Morón y diputado nacional electo por Nuevo Encuentro
Además, es necesario avanzar hacia la construcción de una matriz productiva y distributiva más justa, orientada a un crecimiento con equidad, que termine con la inmensa brecha de desigualdad. No podemos resignarnos a que un tercio de la población viva en la pobreza. No podemos resignarnos a que el decil más rico del país tenga el 34 por ciento de la riqueza, mientras el decil más pobre sólo se reparte el 1,4 por ciento.
Esa es nuestra posición y con ella participamos de este diálogo que comienza, aportando iniciativas concretas como son la universalización de la asignación familiar por hijo o la suspensión de los despidos por 180 días, entre muchas otras. Y entendemos que está bien que, en este intercambio, se expresen diferentes posiciones.
La mejor democracia no es la que niega los conflictos entre distintos intereses sino la que da el marco más adecuado para resolverlos.
Algunos opositores y opositoras apuestan al fracaso de esta instancia de diálogo porque creen que dañar más la imagen del Gobierno ofrecerá oportunidades para sus propios proyectos. Pero la sociedad identifica claramente a los que tienen voluntad constructiva y los que no. Los argentinos y argentinas saben quienes actúan con responsabilidad y compromiso y quienes se mueven con mezquindad, especulando aquello de ‘cuanto peor, mejor’.
El oficialismo deberá revertir cierta tendencia a ensimismarse y negar la realidad porque, como también lo dijimos, reconocer los errores permite consolidar los aciertos. El diálogo es una oportunidad. Ahora el Gobierno tendrá que aprovechar y enriquecer estos espacios para que no sean reuniones perdidas en una coyuntura difícil.
(*) Intendente de Morón y diputado nacional electo por Nuevo Encuentro
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